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Prebióticos, probióticos y postbióticos: la tríada que transforma tu salud intestinal

La salud intestinal se ha convertido en un pilar fundamental para el bienestar general. Nuestra microbiota —ese ecosistema de microorganismos que habita en el intestino— no solo influye en la digestión, sino también en la inmunidad, el estado de ánimo e incluso la inflamación crónica. Para mantenerla equilibrada, los prebióticos, probióticos y postbióticos juegan un papel clave. Es fácil pensar que los tres términos pueden ser lo mismo, pero cada uno de ellos es diferente y tiene su propia función en tu salud intestinal. A continuación te explicamos las diferencias.

Probióticos: bacterias vivas que cuidan tu intestino

Este es el más conocido de los tres conceptos, y necesita poca presentación, pero lo resumiremos para ponernos en contexto. Los probióticos son cepas específicas de bacterias o levaduras que, al ser ingeridas, se añaden a tu flora intestinal, ayudando a equilibrar la microbiota, reforzando la barrera intestinal y reduciendo la inflamación crónica. Todo esto contribuye a una digestión más eficiente y a un sistema inmunológico más fuerte.

 

 

Prebióticos: la comida de tus bacterias

Los prebióticos son fibras y compuestos que actúan como alimento para las bacterias intestinales beneficiosas. Favorecer su crecimiento ayuda a mantener un intestino equilibrado y reduce la inflamación de manera sostenida. Podría decirse que son los nutrientes que las bacterias intestinales necesitan para crecer.

Entre los alimentos más ricos en prebióticos, se encuentran en productos tan variados como los espárragos, plátanos, cebollas, ajo, legumbres, centeno, remolacha y hasta algunos tipos de tés (como el matcha) o incluso algas. Incorporarlos a la dieta diaria es un gesto sencillo con grandes beneficios a largo plazo.

Postbióticos: la nueva frontera

Los postbióticos son compuestos bioactivos producidos por las bacterias durante su metabolismo, y se ha observado que pueden fortalecer la barrera intestinal, modular la inflamación y apoyar la función inmunitaria. La mayoría de postbióticos, se generan dentro del propio organismo y su crecimiento viene favorecido por el consumo de prebióticos y probióticos.

Existen ciertos alimentos fermentados, que contienen altas concentraciones de butirato —un tipo de ácido graso de cadena corta—, el cual es rico en postbióticos, y se puede consumir a través de ciertos alimentos fermentados, como el yogur, kéfir, chucrut, miso, tempeh o ciertas bebidas fermentadas, como la kombucha.

 

 

Un delicado equilibrio

Para resumir, la función que cumple cada uno es esencial que se combine con las demás para formar un equilibrio perfecto. Los prebióticos son los alimentos que nutren a las bacterias beneficiosas del intestino, los probióticos son esas bacterias vivas que aportan salud directa, y los postbióticos son los compuestos que estas bacterias generan durante su actividad, con efectos positivos sobre la inflamación, la barrera intestinal y la inmunidad. Juntos, trabajan para cuidar nuestro intestino y, por extensión, nuestra salud integral.

Es muy conveniente incorporar en nuestra dieta alimentos o suplementos que incluyan estos compuestos. Esto, no solo ayuda a mantener la microbiota en equilibrio, sino que también puede ser una estrategia preventiva frente a inflamaciones crónicas y otros problemas de salud. La ciencia sigue avanzando y nos recuerda que, el cuidado del intestino, es un camino hacia un bienestar duradero.

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